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  CHIRIMACO Felipe G. Huaman Gutierrez Retrocediendo en el tiempo recuerdo, que correteaba por las calles de tierra del distrito de Imperial jugando con mis amigos. Asimismo, todos los días, observaba unos camiones que con cilindros traian agua del pozo que se encontraba en la carretera a Carmen Alto; luego en el pueblo, unos jóvenes con gancho en el hombro y dos latas a los extremos, llevaban el agua a los vecinos. Recuerdo que, cada vecina barría su “frontera” de la calle y luego los regaba, esparciendo delicadamente con las manos el agua en la calle de tierra, sin hacer charco, ni lodo. Eso eran asunto de los mayores; yo seguía correteando por las calles de Imperial, jugando “pelotas”, a las “escondidas”, la “matachina”, “las   chapadas” o me iba bañar al “Pocito”, “tamarria” o “Casita Blanca” en el canal Marìa Angola, otras veces nos íbamos a “rastrojear” papas o naranjas. El motivo del presente escrito, es para recordar, mis momentos de “libertad”, cuando jugaba...
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  “EL CAMPANA” Felipe G. Huaman Gutierrez. Cierta vez, al pasar por la Av Cementerio de Imperial, veo bajar de una mototaxi, a un moreno alto, con su bastòn y cojeando se dirije hacia la puerta del Estadio Oscar Ramos; toca la puerta y llama al guardian. No nos habìamos visto màs de cuarenta años. Yo tratando de hacerle una broma, le digo, -           - El portero se fue su casa - El moreno voltea y me dice, -n   -no, él esta adentro- y sigue tocando la puerta del estadio. Sorprendido me dì cuenta que no me habìa reconocido. Han pasado tantos años de nuestra juventud, y su cansada memoria le era dificil evocar los años idos. Me acerqué nuevamente y le dije -Negro ¿ya no me conoces?- el moreno volteo, acomodó su batòn, tomo asiento en la vereda, achino los ojos y me dijo, -Haber, a ver - me miro, pensó -haaaa…ya ¡tu eres Ferlipio! - Hasta que al fin me reconociò. Contentos nos dimos un apretòn de manos, activando nuestra memoria q...
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  EL BANDERILLERO Felipe HG Gran parte de mi vida los pasé en las chacras y terrenos de cultivo de Cañete, en especial de Imperial; siempre acompañaba a mi madre, ella era campesina. Siempre veía las actividades agrícolas que realizaban los campesinos, que fue para mi una gran lección, que nunca olvido. Algunas veces, desde lejos observaba, como los aviones iban y venían sobre los algodonales esparciendo un líquido blanco, lo notaba que era así, porque caía sobre nuestras ropas y dejaban puntos blanquecinos. Una mañana falló un “banderas”; me pasaron la voz para ir. Nunca había hecho ese trabajo, no sabía que iba hacer. Muy amables algunos jóvenes me enseñaron, yo hábil, rápido aprendí la lección. En mi primer día de trabajo, madrugué; en un costalito llevaba un polvo blanco que me había dado el jefe, al parecer tiza molida, y con eso me fui por la parte alta de la chacra marcando cada cierto tramo de cantidad de rayas de algodón. Apúrese me dijeron que ya viene el avión. U...
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  FUMIGANDO PLANTACIONES DE PAPAS Felipe HG Cuando tenìa entre 9 a 11 años, me dijeron para trabajar, contento acepté. Un señor que manejaba el tractor verde de los antiguos Jhon Deere, que a la vez llevaba un tanque cisterna, me hizo subir al tractor y nos dirigimos a las chacras de plantaciones de papas. En la chacra, otra persona mayor echò el veneno al tanque cisterna y luego llenò de agua; el tanque cisterna tenía dos brazos lanzas con boquilla de aspersión, que lanzaba a presión el agua con veneno y fumigaba unas seis o màs rayas de papas a la vez, no recuerdo bien. Pero la preparaciòn y llenado del tanque no era mi funciòn, a mi me dijeron que cargue unos almohadones de paja, y los tenía que colocar en la "cortadera", justo por donde iban pasar las ruedas del tractor y de la citerna y, sus llantas por su propio peso, no malogren la "cortadera", pues esa servìa para distribuir el agua al momento de regar el campo; los almohadones, tambièn, evitaban que e...

"MATAPERROS"

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"MATAPERROS" 1 Felipe G. Huamán Gutiérrez   Mi madre todos los días se levantaba aproximadamente a las cinco de la mañana, para cocinar el desayuno y almuerzo a la vez. Cuando me levantaba de dormir, muchas veces, ella ya no estaba, ya se había ido a trabajar a las chacras de los hacendados. Mi desayuno, algunas veces, eran agua hervida con yerbas aromáticas del campo, papa sancochada o fritas y dos panes con torrejas, a veces pan sin nada. Mi almuerzo era la clásica “champita”, pues así lo llamaba mi madre y era un alimento seco, preparado con arroz y fideos, combinado con papas, habas o alverjas y otros ingredientes que no recuerdo; con un olor muy agradable y sabrosas que me encantaba comer. Ella dejaba la “champita” en la olla de barro bien envuelta con papel y mantel blanco, sobre la mesa; yo no lo comía, ni lo habría hasta el mediodía, cuando volvía de la escuela, pues era mi almuerzo. En la tarde tenía que volver a la escuela. ...

LA LLORONA

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Arte negro con Jorge Joya Zegarra

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